El pez damisela de aleta larga (el ‘Stegastes diencaeus’, según su nombre científico) vive entre los arrecifes de coral de la costa de Belice (Centroamérica), donde tiene sus propias “granjas personales” de algas. Protege su despensa y solo deja pasar a un determinado animal: el camarón mísido (“Mysidium integrum)
Los dos se benefician
“La damisela de aleta larga podría haber creado sus granjas con fines no relacionados con la domesticación de los camarones. Sin embargo, estos no se encuentran fuera de ellas, lo que sugiere que sí tienen una dependencia obligatoria de los peces y de sus granjas para sobrevivir en un entorno rico en depredadores”, ha asegurado el jefe del estudio, Rohan Brooker, de la Universidad de Deakin, según recoge Science Alert.
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Todo podía haber empezado como “comensalismo”, una relación donde una criatura se beneficia de la otra sin dañarla, pero la otra no obtiene ningún beneficio. Como puede ocurrir con las aves que se alimentan de los parásitos de los mamíferos. Sin embargo, la damisela de aleta larga también consiguió beneficios de “sus amigos agricultores”.
También los primeros animales salvajes se acercaron al hombre en busca de comida y de protección: la damisela les ofrece protección y comida y, a cambio, recibe su “mano de obra” en la siembra de más algas.
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