Como al caviar o a las trufas, a los erizos de mar les pasa algo singular: o los odias o te podías comer un camión entero. A mí me sucede lo segundo. El paladar me suele aconsejar que cuando un producto es estacional y, además, es pequeño suele ser rico. Las patatas están fenomenal –de hecho me pirran- pero si fueran una delicatesen probablemente no serían tan abundantes en toda la época del año ni serían tan económicas. Así que las cosas ricas y selectas, lo son en buena medida por la incapacidad –económica y/o temporal – para acceder a ellas. Con las garotas pasa como con otras muchos ingredientes digámosle… exóticos. Me costó probarlas y, mira, ahora cuando es temporada las busco con ansia en las cartas de los restaurantes. Es tiempo de erizos de mar, de garoines, urissos, de garotas, de arotas… o de los otros nombres con los que en cada tramo de litoral se bautiza a este pequeño placer yodado en forma de equinodermo puntiagudo. Será tiempo de disfrutarlas hasta que en abril llegue el calor y los pescadores –muy prudentes y sabios- dejen de pescarlas para que puedan crecer hasta el año siguiente. Una de las partes del litoral catalán donde más saben de garotas es donde también mejor conocen la gamba, en la costa Brava, en concreto en Palamós. Se impone una escapada a su costa.
Pescar y catering de erizos a bordo de un barco de 100 años
Una de las actividades más interesantes en torno a las garoinas se encuentra en el mismo puerto de Palamós. El Rafael es un barco de vela con de 100 años cumplidos que pasea a los turistas por el litoral hasta las Illes Formigues en busca del lujoso manjar yodado cuando es su época. Las gartoas son un animalejo sexy. Puede parecer que no, pero sí lo son. Una curiosidad en torno a los erizos de mar es que las hembras son más gustosas que los machos –de un rojo intenso por dentro-. Y que por fuera, como las tortugas, es muy difícil identificar su sexo. El color ayuda –las más oscuras suelen ser hembras y las más marrones machos- pero no siempre. Lo alucinante es que tienen tantos ojos como pinchos y que -¡atención!- lo que nos comemos al ingerirlas son sus órganos sexuales. ¿No os decía que eran sexys?
La actividad se completa con un poco de butifarra a bordo y de pan de payés tradicional. Te cortas los erizos, los degustas a bordo y la brisa marítima disfruta despeinándote durante el paseo. Si no es tiempo de erizos de mar no os preocupéis, el paseo turístico a bordo de Rafael está asegurado siempre que no haga temporal y las excvusas de su programa de actividades son varias ( 35 euros por persona, lo cual no está nada, nada mal).
Museu de la pesca, un poco de cultura
Además de este atractivo reclamo turístico, Palamós explota su retrecho vinculo marítimo con iniciativas que, más allá del sol y la playa, atraigan al turista que pasa las vacaciones aquí. La lista de opciones es larga: desde un taller de nudos marineros para niños a visitas teatralizadas, sesiones de cocina con productos del mar o visitas guiadas a la subasta de pescado acompañadas de un desayuno de pescadores. Uno de los reclamos más puramente culturales es una visita al Museu de la pesca, ubicado en un antiguo almacén de pescado destruido durante la Guerra Civil, restaurado y reincorporado de nuevo al paisaje cotidiano y sentimental de los Palamós en 2002. Es, en realidad, una oda a todos los difíciles trabajos en torno al hecho pesquero que permiten que cada bonito, caballa, mero, lenguado o pijota pueda acabar en nuestro plato: el carpintero de ribera y calafate, el maestro velero, el mecánico; el botero, el cordero, las remendadoras, las empresas de salazones, la comercialización del pescado y, por supuesto, pescadores… están representados en su exposición permanente. El museo muestra cómo era el pasado de la pesca en el litoral catalán, cómo es en la actualidad y qué futuro puede depararle al mar si no cuidamos este oficio y si no consumimos pescado de forma sesuda y responsable –se pescan únicamente unas 20 especies de entre todas las que existen porque son las más demandadas y acaban siendo sobrepescadas-. Las artes de pesca se representan incluso con unas maquetas en miniatura para poder entender qué es la pesca de arrastre, la pesca de cerco y la pesca con artes menores o artesanal. Como curiosidad, en el medio del museo está el barco gemelo de Rafael. Se expone sin pintar lo cual da un aspecto si cabe más viejo que su afortunado y aún activo compañero.
L’Espai Peix
En la segunda planta del museo se encuentra otro de los espacios dedicados al pescado en Palamós pero este desde el punto de vista gastronómico: l’Espai del Peix. Se ubica sobre la lonja y es el paso previo a comer o hacer un taller de cocina y asistir a la subasta del pescado que se hace cada día. Este espacio permite promocionar las especies menos cotizadas y conocidas, un aula gastronómica inaugurada en el 2011, que promueve la recuperación de la cocina tradicional marinera y ayuda también a revalorizar el oficio de pescador a ojos del consumidor final. Y eso, entre bocado y bocado perdiendo la vista por la acristalada ventana que un diáfano espacio que se asoma directamente al suave litoral marítimo.
Museu de la pesca. Horarios: del 15 de junio al 15 de septiembre, todos los días de 10 a 21 horas. En el resto del año de martes a sábado, de 10 a 13, 30 y de 15 a 18 horas. Los domingo y festivos, de 10 a 14 y de 16 a 19 horas. Los lunes de invierno el museo está cerrado.