ONG’s ambientalistas y reconocidos chefs argentinos (como Mauro Colagreco, Francis Mallmann y Narda Lepes) se levantan en contra de la instalación de salmoneras en el sur de nuestro país. Los motivos son varios: preservar la salud, fomentar el consumo de pescado argentino y proteger el Canal de Beagle de los desequilibrios ambientales.
“Es tanto el impacto y el efecto negativo que tiene este tipo de producción que, para países como Noruega, resulta más viable buscar nuevas fronteras”, sostuvieron las ONG’s en un comunicado emitido a principios de 201. “Los noruegos quieren instalar jaulas en el Canal Beagle y quienes tienen la potestad de permitirlo son nuestros representantes, siempre y cuando como sociedad no exijamos lo contrario”, advirtieron.
Organizaciones ecologistas como CLY y Greenpeace, ONG’s europeas y empresas vinculadas al medioambiental y el turismo están llevando adelante campañas similares a nivel mundial.
Noruega es el principal productor de salmón a nivel mundial, le sigue Chile, aunque allí los desarrollos cuentan con capitales nórdicos y son las más interesadas en cruzar la frontera en busca de nuevas aguas.
Aunque en algún momento el salmón rosado estuvo “de moda” en la gastronomía, ahora bajo el lema #NoALaSalmonicultura los chefs argentinos le declaran la guerra y lo eliminan de sus cartas. Entre ellos Mauro Colagreco (dueño de Mirazur, el mejor restaurante del 2019 que demás cuenta con 3 estrellas Michelin y de la cadena Carne en Argentina) y Francis Mallmann (propietario de 10 restaurantes entre Argentina, Uruguay y EE.UU). También se sumaron a esta movida: Narda Lepes (El Comedor de Nara), Germán Martitegui (Tegui), Fernando Trocca (Sucre), Leandro Cristóbal (Café San Juan), Aldo Graziani (Aldo’s), Tomás Kalika(Mishiguene), Fernando Mayoral, Malvina Gehle (Green Bamboo), Nicolás Piatti(Hotel Hilton Bogotá) y Daniele Pinna (La Locanda).
Los motivos son varios: preservar la salud, fomentar el consumo de pescado argentino y proteger el Canal de Beagle de los desequilibrios ambientales que podría producir el avance de la industria salmonera en una zona tan importante para las especies marinas.
Narda Lepes explicó en una entrevista telefónica con BBC News Brasil porque no sirve esta especie en su restaurante: “Si la industria salmonera desembarca en el Canal de Beagle su ecosistema podría verse perjudicado”. Y agregó que “debemos estar alertas e informados sobre lo que comemos y cómo protegemos nuestro medio ambiente”.
El pasado 17/08 ONG’s ambientalistas realizaron un evento llamado ‘Artifishal‘ en Tierra del Fuego para informar sobre las consecuencias que podría ocasionar en la naturaleza y a la salud la instalación de salmoneras. Allí Francis Mallmann dijo que “en los últimos 30 años hemos cocinado miles de salmones pero hace un tiempo comenzamos a escuchar algunos problemas que hubo en Chile con el tema de los antibióticos que le dan al salmón en los cutivos, y hace tres meses decidimos dejar de servirlo en todos nuestros restaurantes de Argentina y del mundo. Creo que nunca es tarde para hacer cambios y empezar de nuevo”.
Los chefs consideran poco probable que los clientes extrañen el salmón, ya que ofrecen en su lugar otras especies típicas de las aguas de nuestro país, como la merluza.

Cómo es la cría en las salmoneras y cuales son los problemas:
Los peces nacen y crecen en piletas de agua dulce, luego las pequeñas crías son trasladas al mar donde son engordados con aceite y harina de pescado en jaulas flotantes donde conviven con toneladas de otros peces, los restos de alimento y las heces terminan en el fondo de la jaula, arrasando el suelo, agotando el oxígeno y reduciendo la biodiversidad. Esto dura entre 14 y 30 meses.
Para combatir las enfermedades provocadas por el hacinamiento, se les arrojan antibióticos y productos químicos. Sin embargo, otros peces que no cuentan con los anticuerpos necesarios para protegerse pero habitan en estas aguas, resultan afectados mediante el contagio de estas enfermedades.
Por otro lado, el salmón es un depredador que frecuentemente se fuga de las jaulas y se alimenta de otras especies, incluso puede llegar a competir con otras por alimento.
Gustavo Lovrich, biólogo del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC) explica que “los lobos marinos son atraídos a las jaulas, pueden romperlas y el salmón huye. Cuando son libres, los salmones compiten por la misma comida que los pingüinos, como las sardinas”.
Los desechos plásticos son un tema aparte: boyas, redes, plásticos o poliespán son abandonados en el fondo del mar.
Cómo afecta a nuestra salud:
El uso indiscriminado de antibióticos en la industria alimentaria contribuye a la propagación de la resistencia bacteriana, considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) una de las principales amenazas para la salud pública y la seguridad alimentaria en el mundo. A pesar de que la resistencia ocurre de manera natural, el abuso de antibióticos en personas y animales puede acelerar el proceso. Infecciones como neumonía, tuberculosis, gonorrea y salmonelosis, serían más difíciles de tratar ya que los antibióticos comúnmente usados para su tratamiento se vuelven menos efectivos.
El antecedente de Chile:
En el pais vecino la industria del salmón mueve 5.000 millones de euros al año, produce 900.000 toneladas anuales y emplea a más de 70.000 personas, entre puestos directos e indirectos. Pero no esta exenta de responsabilidad en las catástrofes ecológicas en los últimos años: un brote del virus ISA en el 2007 provocó la peor crisis sanitaria alimentaria del país; el derrame en el 2016 de 9.000 toneladas de salmones muertos en alta mar; o la fuga de 700.000 peces el año pasado.
Proyecto de ley en Argentina:
Existe un proyecto de ley que busca prohibir la instalación de salmoneras en el país y propone la creación de parques marinos. La organización que lo impulsa se llama Sin Azul No Hay Verde, afirma que “el 36% del territorio Argentino es mar, y solamente el 2,6% está protegido”.
Qué dicen los defensores de las salmoneras:
El presidente de la patronal Salmón Chile, Arturo Clément, dijo al diario español La Vanguardia no sólo refuta todos los cuestionamientos de los detractores de este cultivo, sino que sostiene que “la acuicultura es parte de la solución y no del problema” y que “la huella de carbono del salmón es diez veces menor que la del ganado”. Clément asegura que la “salmonicultura es muchísimo más sostenible que ninguna otra proteína animal”. “Sí, generamos impacto. Sería ridículo decir que somos inocuos, porque no lo somos; sin embargo, nuestro modelo productivo permite generar el mínimo impacto” dice, insistiendo en que no causa un daño irreversible al ecosistema, porque el fondo marino se deja reposar entre 4 y 6 meses para que se regenere tras cada cosecha.
Clément reconoce que se usan antibióticos durante la cría del salmón “como en cualquier otra proteína animal”, pero que “el producto a los mercados llega sin antibióticos”. Y aunque el sector es consciente de haber “cometido errores”, insiste en la “sostenibilidad” de un producto cuya demanda crece anualmente un 7%.
https://www.urgente24.com/actualidad/argentina/el-salmon-paso-de-moda-no-es-bueno-para-el-medio-ambiente